Está formado por laicas consagradas en un Instituto Secular de Derecho Pontificio que se esfuerzan de saber vivir “dentro” las relaciones interpersonales, los problemas familiares, las estructuras sociales, las situaciones de vida, la realidad eclesial, la historia, como personas que saben asumir, compartir, donarse.
Ofrecen su propia existencia a Dios para alabanza de su gloria y en espíritu de reparación.
Con la asunción de los votos de castidad, pobreza, obediencia, su vida, vivida en el mundo y por el mundo, entra en un estado de consagración total, de pertenencia exclusiva a Cristo y a la Iglesia.
En coherencia con el carisma de la Familia Espiritual de “Dios Misericordia”, buscan acoger, ser, dar testimonio de Misericordia, y comprometerse en la búsqueda y acompañamiento formativo de los llamados para consolar y complacer a Dios-Misericordia.
Viven el carisma de la Misericordia, y aceptan entre sus miembros de toda categoría social y condición física.
La Sierva puede vivir con su familia de origen, sola, en pequeños grupos o en las Casas del Instituto.
Nuestra Familia no excluye a ninguna persona, sino que acoge a todas, con preferencia particular a las enfermas, las más abandonadas y sufrientes.
Pueden pertenecer al Instituto Secular Siervas de Dios Misericordia jóvenes, mujeres solteras, madres solteras, viudas, mujeres de cualquier condición física, cultural y social, provenientes de diversas experiencias de vida, inclusive problemáticas, deseosas de renacer a una nueva mentalidad para ser sólo del Señor a través de la consagración y para ser testimonio de la Misericordia en el mundo.
Ya desde el inicio, en 1924, se puede decir que la misión de cada persona perteneciente al Instituto Secular Siervas de Dios Misericordia y a la Familia Espiritual de Dios Misericordia es reflejar en el mundo, según las propias posibilidades, el rostro de Dios-Misericordia, que se hace presente e interviene en la complejidad de las diversas situaciones humanas.